El momento en que la puerta se abrió para revelar a su Maestro, Asher, vestido con lo que solo podía describirse como el epítome de la moda humana casual: una camiseta blanca ajustada de media manga, emparejada con sencillos pijamas grises, Yui y Emiko se encontraron atrapadas en un torbellino de sorpresa y desconcierto.
Para ellas, su Maestro siempre había sido una figura imponente, envuelta en el misticismo del poder y la autoridad.
Habían escuchado numerosos cuentos escalofriantes sobre lo que él hacía a sus enemigos e incluso vieron a personas aterrorizarse al oír el nombre 'Portador del Infierno', quien nunca perdonaba a nadie que se le opusiera. ¡Eso solo significaba que nunca perdía una misión y era frío y despiadado!
Verlo ahora, vestido de manera tan mundanamente moderna y humana, y de alguna forma acentuando la esencia misma de su poder físico, era desarmante.