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—Conseguí otra gema.
—¿Dónde? —William hizo una pausa antes de añadir— y por favor, pregúntale primero antes de hacerme promesas que no puedas cumplir.
—¿Quién dijo que es una chica? —El hombre se quedó mudo por un segundo, recordando lo que inicialmente pensó sobre las intenciones de William cuando este expresó su extraña demanda— ¡Es él! Y no tiene voz en esto. Yo lo poseo y él irá contigo.
El hombre señaló hacia Tomás, quien estaba de pie con una expresión dura que no mostraba nada de sus verdaderas emociones o pensamientos en ese momento.
William miró a Tomás, controlando su emoción para que no se notara en su rostro. No quería arruinar la perfecta trampa en la que el hombre acababa de caer.