—¿Alguien ve el portal a la siguiente zona? —preguntó, girándose para enfrentar al resto del grupo.
Pero solo recibió respuestas de cabezas negando.
Activando Pasos del Cielo, Astaroth se elevó en los cielos, tratando de localizar el portal. Apenas podían avanzar si no lograban llegar a la siguiente zona.
Desde allí arriba, extendió sus sentidos mágicos de nuevo, intentando cubrir más terreno del que sus ojos podían. Y rápidamente detectó un punto caliente de maná concentrado, no muy lejos de ellos.
Pero algo extraño lo hizo fruncir el ceño.
Estaba justo debajo de ellos.
Usando solo sus sentidos de maná, pudo sentir un remolino de maná natural, justo debajo del suelo de la arena. Pero no podía ver una manera de acceder a él.
Astaroth volvió al suelo de un salto, aún frunciendo el ceño.
—¿Qué pasa con esa cara extraña? —le preguntó Fénix.
Astaroth señaló el suelo.
Fénix siguió su dedo, sin estar segura de qué intentaba comunicarle.