La sangre brotaba del codo herido de Jori, tiñendo su ropa y formando un sendero escarlata por su brazo. Apretó los dientes, señal visible de su creciente frustración. A pesar de sus incesantes esfuerzos, no podía negar el hecho de que su velocidad estaba disminuyendo.
El exaspero consumía sus pensamientos, un recordatorio constante de sus propias limitaciones. La mordida en su labio, ahora símbolo de su irritación, reflejaba su conflicto interno mientras lidiaba con sentimientos de incompetencia.
A pesar de la creciente frustración y el agudo dolor que palpitaba en su codo herido, Jori se dio cuenta de que necesitaba recuperar el control de sus emociones. Dejar que la ira dictara sus acciones no lo llevaría a la victoria. También entendió que su orgullo personal tenía que quedar en segundo plano ante el objetivo más grande, quería ganar por sí mismo, pero Jori decidió escuchar lo que Rain dijo…