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—Si es hermoso, entonces míralo bien ahora, porque mañana no estará allí.
Vivia miró a Howard, a punto de decir que el amanecer llega todos los días, pero su expresión la dejó sin palabras.
Era como si estuviera mirando un tesoro único.
Sí, la singularidad, la cosa más preciosa de verdad.
¿No es ser distintivo el mayor cumplido que uno puede recibir? No hay dos hojas iguales en este mundo, y ciertamente, no hay dos amaneceres idénticos.
En los ojos de Howard, ¿puede haber dos personas idénticas?
Desde su punto de vista, ¿es Jelia como alguien más, o es ella tan única?
De repente, Vivia sintió que Howard podría ser más feliz de lo que había imaginado...
Llegó el amanecer.
Las leyes de la naturaleza no se interesan por la voluntad humana; puedes talar un gran árbol o incluso un bosque, pero un día las semillas brotarán de nuevo, y los bosques florecerán de nuevo.
Puedes cubrir tus ojos o los de alguien más, pero el calor del sol no cesará por ello.