Cuando Howard salió, vio a Skor, ensangrentado y tambaleante, acercándose a lo lejos bajo la luz de la luna.
Howard aceleró el paso pero se detuvo a unos pasos de distancia, recordando los misteriosos ataques de los Mercenarios Corazón de León y la inquietante Caballería del Lobo.
Con cautela, llamó —¿Skor?
Skor solía ser estoico, su rostro rara vez mostraba emoción.
Observándolo, Howard no podía estar seguro si este era el mismo Skor que lo había salvado.
Skor miró a Howard, un escalofriante destello cruzó por sus ojos.
Howard retrocedió, agarrando su lanza.
Si no hubiera sido por la ayuda previa de Skor, no habría arriesgado acercarse.
Había visto una intención asesina en los ojos de Skor pero aún así dudaba en atacar.
—Skor, ¿todavía sabes quién soy? —preguntó Howard, escudriñándolo.
Las lesiones de Skor eran graves, la peor era una herida punzante en su lado izquierdo.