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Jonathan tuvo un sueño en el que su maestro le tomó la mano con seriedad y le aconsejó:
—Debes vivir bien de ahora en adelante y disfrutar del mundo.
El sueño fue fugaz, dejando apenas un rastro en la mente de Jonathan. Al despertar, recordó vagamente que comenzaría la universidad la próxima semana.
Asistir a la universidad, que una vez pareció fácil de alcanzar, ahora de repente se sentía distante. De igual manera, los días ordinarios de su mundo anterior se sentían remotos en su memoria.
Había experimentado tanto, cada día se estiraba como si fuera un año. En este nuevo mundo desconocido, había conocido a innumerables personas. Llegó a conocerlas, comunicarse, asociarse y, eventualmente, separarse. Algunos habían muerto por su arma o espada, mientras que otros se convirtieron en extraños.