Una semana pasó así nomás.
Habían hecho falta horas para que Atticus superara el primero y segundo pico, algo que dejó a la gente boquiabierta. Pero al alcanzar el tercer pico, encontró su primer gran desafío: superar su prueba.
No era como el primero y segundo pico y requería una gran cantidad de trabajo y esfuerzo para lograrlo—dos cosas que Atticus no había escatimado en la última semana.
Para Atticus, que había estado mayormente entrenando, este tiempo había pasado en un abrir y cerrar de ojos, y realmente no tenía idea de adónde se había ido el tiempo. La mayoría de las horas del día e incluso días se pasaron en la cumbre. Atticus solo descendía y descansaba unas cuatro horas antes de ascender de nuevo.
Estaba completamente enfocado en sus tareas. Y después de una semana de práctica constante, Atticus finalmente creyó que estaba listo para intentarlo de verdad. Sentado con las piernas cruzadas en medio del tercer pico, Atticus cerró los ojos.