—¿De verdad es Rey...? —La expresión atónita de Alicia al mirar el ceño fruncido agresivo en el rostro de Rey era completamente obvia.
Ya no podía ocultarlo.
—¡LEVÁNTATE! ¡NO INTENTES HACERTE LA VÍCTIMA NUNCA...! —gritó Rey con toda su fuerza.
—¡Basta ya! —gritó Alicia, ahora con una mirada severa grabada profundamente en su rostro—. A-ah, Alicia, no te preocupes por mí. Solo le estaba diciendo a esta... —Guárdalo. No quiero oír nada de ti... —Alicia levantó la mano y pasó por al lado de Rey, ignorando completamente su patética excusa de una razón.
Se acercó a la camarera y se arrodilló junto a ella, sujetando dos de sus temblorosas manos.
—Está bien, no te preocupes. No estoy enojada contigo —dijo con suavidad.
La señora parecía inmensamente sorprendida por la bondad de Alicia, e incluso Rey parecía estupefacto desde detrás de ella.
Aunque Alicia ya no tenía ningún asunto pendiente con él.