FaMo salió del sótano subterráneo después de prenderle fuego. Los miembros de la Pandilla Bermuda observaban cómo las llamas se acercaban lentamente hacia ellos.
En solo unos segundos, sus cuerpos estaban cubiertos de sudor debido al calor que traía el fuego dentro del sótano subterráneo.
El fuego parecía tener mente propia mientras se aproximaba lentamente a ellos. A diferencia del fuego normal, se movía de manera controlada como si estuviera dándole tiempo a la Pandilla Bermuda para pensar y cambiar de opinión.
Tristán y Mateo podían ver lo que estaba sucediendo, ya que dejaron la computadora portátil dentro. Podían ver el terror en los ojos de esos miembros de la pandilla.
Empezaron a forcejear, haciendo todo lo posible por soltarse de las cuerdas que les ataban. Pero no podían desatarse las cuerdas por más que lo intentaran.
El fuego estaba a solo un metro de ellos. Mateo miró a Tristán preocupado.
—¿Realmente van a quemarlos vivos? —preguntó Mateo.