—Este proceso es sencillo —dijo Brant en voz baja—. Te enfrentas a cuatro cargos, cada uno de los cuales podría afectar individualmente a tu trono. Así que te preguntaremos uno por uno y nos dirás lo que sabes. Se te olfateará en busca de la verdad, señor, ¿entiendes?
—Absolutamente —solo hagan las malditas preguntas.
Brant asintió—. El primer cargo es que conocías a los Anima, sabías de ellos, antes del Rito y puede que hayas tenido algún papel en tu propia selección como sacrificio. ¿Qué dices?
—Falso —escupió ella—. No supe que las personas a las que conocí en mi infancia eran Anima hasta que vine aquí y encontré a alguien familiar. Entonces salió a la luz. Pero para ese momento ya habíamos pasado por el Rito, y por el Humo y las Llamas.
Los ojos de Brant eran de pedernal—. ¿A quién reconociste?
Ella tragó saliva—. A Reth.