Zhao Lifei escuchaba con los oídos bien abiertos y una sonrisa paciente, esperando que Yang Ruqin volviera a hablar. Desde que se mencionó el nombre, hubo una larga pausa. Se giró hacia un lado y apoyó su rostro en sus manos. Podía ver la expresión conflictuada de Yang Ruqin, ojos húmedos bordeados de rojo. Tenía la mirada perdida.
—No tienes que hablar de ello si no quieres —Zhao Lifei intervino.
—El primer paso para superarlo es reconocerlo —respondió Yang Ruqin. Inhaló por la nariz y exhaló por la boca. Respira adentro. Respira afuera. Las palabras de su terapeuta resonaban dentro de su cabeza dura. Nadie sabía sobre esto, ni siquiera Zhao Lifei, pero Yang Ruqin se había inscrito en terapia cuando empezó a darse cuenta de los pensamientos oscuros que se estaban manifestando y alojando en su cabeza.