—Entonces, esposa, ¿vamos a completar la etapa final de nuestra vida de casados— dijo él con una sonrisa en su rostro.
—Quizás en tus sueños —se rió ella, sentándose lo más lejos posible de él y de sus manos inquietas.
Yang Feng se deslizó hacia ella justo cuando ella se alejaba y pronto, ella estaba presionada contra la ventana del coche con Yang Feng inclinándose sobre ella como una polilla atraída por la llama.
Yang Feng levantó la división a prueba de sonido.
—No podemos decepcionar a los dueños de los puestos ahora... —bromeó, inclinándose para darle un beso, el cual ella intentó esquivar, pero no podía ya que no tenía a dónde ir.
Cuando sus labios se encontraron, ella dejó de luchar contra él mientras intentaba sincronizar sus labios. Él la besó con avidez, sus labios moldeándose sobre los de ella, marcándola como suya, mientras ella intentaba igualar su vigor.