—Está bien, Sr. Mu, puedo manejar el problema con unos cuantos empleados reemplazables —ella reveló una sonrisa platónica, que asustó y sorprendió al Sr. Mu al mismo tiempo.
Él entendió el mensaje subyacente e inmediatamente se esforzó por complacerla —Como líder del equipo de seguridad, es mi deber deshacerme de las molestas plagas para usted. No necesita cansarse por gente como esta —le aterrorizaba ser despedido de este trabajo extremadamente bien pagado. Sabía lo volubles que podían ser estos adinerados socialités y a pesar de la postura tranquila de esta mujer, ¿quién dice que no se vengaría de él?
La vendedora palideció al escuchar la amenaza, su rostro volviéndose blanco como el papel por el miedo. Rompió en un sudor frío y se trabó al intentar formar oraciones coherentes —S-señora, ¿todavía le gustaría comprar los gemelos para el traje? Lo envolveré enseguida y ofreceré un bono.