—No hay nada de qué hablar —sus palabras la destrozaron. Ella sentía que su corazón era desgarrado en pedazos, el dolor agonizante hinchándose dentro de su pecho.
—Yang Feng, yo
—Apártate de mí —dijo él bruscamente. Su voz era profunda y áspera, la irritación pesada en su tono.
Zhao Lifei sintió como si su corazón fuera aplastado hasta convertirse en polvo. Abrió y cerró la boca, incapaz de formar palabras. Sus ojos picaban y ardían, sus labios temblaban, y ella intentaba con todas sus fuerzas suprimir un sollozo. Ella quería convencerlo con sus palabras, no con sus lágrimas.
—No —respondió ella, con la voz quebrada. Cuando él le agarró el brazo intentando apartarlo, ella lo mantuvo unido con gran dificultad por lo pequeños y cortos que eran sus brazos.
—¿Por qué no podemos solucionarlo hablando? —susurró ella con voz ronca, intentando suprimir las lágrimas ardientes que se acumulaban en sus ojos, amenazando con caerse en cualquier segundo.