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—Así que, Xiao Nai, cuéntame un poco sobre ti. ¿Qué te pasó para que terminaras en esta habitación del hospital? —Sus ojos escanearon la habitación y Zhao Lifei acercó una silla a la cama.
—Atrapé una fiebre hace unos días —respondió Xiao Nai con tristeza—. Era solo una fiebre simple, pero terminé pasando una semana entera en la habitación del hospital. Estaba completamente recuperada, pero sus padres aún querían que se quedara aquí.
—Estoy bien ahora. Nada me duele. Quiero irme a casa, pero no me dejan —dijo Xiao Nai amargamente—. Recordó haber llamado a sus padres, pidiendo ir a casa, pero ellos la obligaron a quedarse aquí en lugar de llevarla a casa. Sabía que era porque la detestaban a ella y a su gran boca.
—¿Por qué no? —preguntó Zhao Lifei.
—Porque me odian —respondió Xiao Nai.
Zhao Lifei se sorprendió por sus palabras. Miró a la niña una vez más. ¿Cómo podría la vida de alguien más parecerse tanto a la suya?