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—Esta es una toallita extra que puedes usar y aquí tienes una toalla —Pei Qing entregó a Zhao Lifei los artículos de manera brusca, casi arrojándoselos a las manos.
Zhao Lifei sintió cómo sus cejas se arqueaban sorprendidas, un pequeño fuego crecía dentro de ella. Se recordó a sí misma mantener la cabeza fría. No quería armar un escándalo en casa ajena, especialmente cuando la sirvienta ni siquiera era suya.
—Ah, y aquí está la taza. Al señor Yang no le gusta compartir cosas con la gente, así que simplemente tira todo después —Pei Qing dejó la taza en el lavamanos de mármol, sonó con fuerza al hacer contacto.
—Y estas son las ropas de repuesto para ti —lanzó la ropa sobre el mostrador.
Zhao Lifei apretó los dientes para contener su ira. Su mano la picaba por abofetear y castigar a la criada.