Cuando Zhao Lifei se acercó a la mesa, vio una gran variedad de comida que olía tan bien que su estómago volvió a hacer un ruido fuerte.
Sintió que sus mejillas se calentaban e intentó evitar cualquier contacto visual con Yang Feng. Él se mordió el labio inferior para suprimir la risa que amenazaba con salir.
Ella le echó una mirada furtiva y de inmediato deseó no haberlo hecho. Sus ojos brillaban con picardía y la forma en que se mordía el labio lo hacía increíblemente carismático.
—Deja de babear —Zhao Lifei se reprendió a sí misma, apartando inmediatamente la mirada de él.
—No te quedes ahí parada. Ven y siéntate —dijo él, con los ojos brillando cuando la miró.
Pensó que ella era tan impredecible a veces. Un minuto le daba la espalda y lo ignoraba, y al siguiente, lo sorprendía con expresiones que hacían latir su corazón.
El rubor en sus mejillas aún no había desaparecido cuando se sentó en la silla que él le había apartado.