—Señorita Esther, por favor, suba también al carruaje. Necesitamos irnos ya —dijo apresuradamente el caballero, Sir Galien.
La urgencia en su voz la sacó de sus pensamientos y ella se sentó obediente dentro del carruaje. Dentro del carruaje, el médico real observaba en silencio al príncipe, mientras Esther los miraba con una cara angustiada.
—¿Cómo está Su Alteza? ¿Estará bien? —Esther preguntó después de un rato.
Inicialmente, el médico real no quería responderle, pero viendo su expresión, suspiró —Tiene fiebre alta, y peor, el Príncipe Heredero ha perdido mucha sangre, poniéndolo en peligro.