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—Estoy seguro de que cuando visites el Palacio de Cristal, la Abuela responderá todas tus preguntas. No perdamos el tiempo en ello ya que tengo que partir a la mañana siguiente —después de decir todo esto, Drayce la levantó en sus brazos y luego la llevó a la cama.
Seren se sobresaltó por sus acciones repentinas, pero no era como si no lo esperara. Dejó que él la llevara y la colocó suavemente en la cama. Seren se estaba acostumbrando a esto, hasta el punto en que incluso podía adivinar qué haría Drayce a continuación.
Él se acostó a su lado con una de sus manos en su cintura, mientras que la otra sostenía su cabeza para poder mirar bien a su esposa. Drayce anhelaba ver su apariencia. Estaría lejos de su esposa durante dos largos y excruciantes días y ni siquiera podría ver su rostro para guardarlo en sus recuerdos. Todo lo que podía hacer era grabar la mirada de sus preciosos ojos morados en su cerebro.