—Un Año Después
—La Muralla de la Ciudad, Ciudad Duna.
Apenas había pasado el alba y Ciudad Duna ya estaba completamente viva y bulliciosa con el ajetreo de las actividades matutinas.
Los vendedores ambulantes y los dueños de tiendas se apresuraban a montar sus puestos para el día y la guardia de la ciudad realizaba su patrulla habitual por las calles, asegurándose de que todo estuviera en orden.
El sonido de los carros retumbando a través de las calles empedradas y el tintineo de los herreros trabajando resonaba calle abajo, creando una cacofonía familiar. El aire estaba lleno del olor a humo de leña de las chimeneas y del aroma a pan recién horneado de las panaderías.
Los trabajadores marchaban hacia los campos en grupos, listos para el trabajo del día, sus conversaciones alegres y fuertes risas dejadas a su paso.