—La clase de vida que he vivido en estos dieciocho años... los dolores que he soportado, no puedes empezar a imaginar —susurró Neveah, con la voz quebrada.
—Ahora, vienes a mí con la afirmación de que todo lo que he conocido era una falacia y lo único que puedo pensar en preguntar es... ¿por qué? Si este es mi lugar, ¿por qué tuve que conocer la vida que conocí?
—¿Qué es lo que realmente he conocido todos estos años? ¿Qué soy exactamente? ¿Quién soy? —preguntó Neveah con consternación.
Kaideon podía sentir la profundidad del dolor de Neveah con cada palabra que ella decía y aunque no sabía nada de la vida que había tenido antes de que el Rey Jian la trajera aquí, Kaideon podía ver que Neveah no había vivido una vida fácil como todos creían y el pensamiento le rompía el corazón.
—No tengo todas las respuestas, Neveah. Yo... me atormenta saber que no te he tratado bien durante dieciocho años en mi ignorancia, pero juro que enmendaré las cosas... si me lo permites —prometió Kaideon.