—El salón del trono de la Fortaleza del Dragón estaba en un silencio sepulcral —el único sonido era el lento golpeteo de los dedos del Rey Dragón sobre el brazo de su trono.
Su semblante mantuvo a todos los Señores Dragón completamente en silencio, y la gélida aura que exudaba tenía a todos en la sala prestando total atención.
Tap... tap... tap...
Cada golpeteo resonaba a través del salón del trono más fuerte de lo que debería, y los Señores Dragón esperaban en silencio a que el Rey Jian rompiera el silencio.
Nadie se atrevía a hablar primero y nadie quería hacerlo, un Señor Dragón había sido herido, no era un asunto que el Rey Jian tomaría a la ligera.
Peor aún, no era cualquier Señor Dragón sino el Señor Menarx de Escamas Rubíes, hermano y ayudante del rey dragón.
El Rey Dragón era conocido por ser un hombre de pocas palabras, antes de que hablara, cada palabra entregaría un punto o no hablaría en absoluto.