—Tío, ¿por qué eres tan enorme?
—Tío, ¿por qué tu nombre es tan difícil de pronunciar?
—Belbald. Belwald.
—¡Mami, mira! ¡Se parece al tío Berwald! ¡Ah jajá! Ya sé cómo llamar al tío: ¡Oso!
—¡Oso!
—¡Tío Oso! ¡Hola~!
—Oso... Lo maté y no sé qué sentir al respecto.
—Oso, vive por mí.
De pie frente a una tumba bajo un sauce, Oso cerró lentamente los ojos mientras respiraba hondo. Pensando en Hera, no podía evitar recordar lo inocente que era. Tenía problemas para pronunciar su nombre y encontró una forma más fácil durante una visita al zoológico con sus padres.
Desde entonces, Hera lo llamó Oso hasta que todos en la organización lo llamaron igual. Después de todo, se parecía a uno, con su físico enorme y fuerza aterradora, ese alias no estaba tan mal.