Damon condujo su Lexus SUV blindado negro en silencio.
Talia disfrutaba la forma en que él sostenía su mano presionada sobre su pecho, como diciéndole que estaba cerca de su corazón.
Las luces del centro parpadeaban mientras el coche se deslizaba suavemente por la autopista, y Talia se dio cuenta de que no era el camino hacia la casa de la manada.
—¿A dónde vamos?
Damon sonrió misteriosamente. —Ya verás.
Talia se relajó en su asiento y lo dejó hacer. No le importaba a dónde iban, siempre que estuvieran juntos.
Damon y Talia aprovecharon este tranquilo trayecto para procesar la noticia: ¡serán padres!