Talia siguió a Yasmin a través de pasajes sinuosos mientras se preguntaba qué estaba tramando la bruja. Yasmin era reservada y parecía nerviosa, lo que también ponía nerviosa a Talia.
Finalmente, salieron al exterior. Era una noche cálida sin viento, y solo los grillos perturbaban el silencio.
Al ver que Yasmin vacilaba, Talia decidió iniciar la conversación. —Supongo que esto es urgente —se giró para mirar en la dirección de donde venían—. O simplemente no quieres que Axel se entere.
—Me declaro culpable —dijo Yasmin.
—¿Culpable de qué?
—Vi un drama con abogados. Eso es lo que dicen los humanos cuando admiten sus crímenes —explicó Yasmin.
Talia se alertó. —¿Qué crímenes?
Aún ninguno, pensó Yasmin. —No quiero que Axel se entere de esto. ¿Puedes guardar un secreto?
—Puedo intentarlo —dijo Talia con renuencia—. Si es algo que pone en peligro a la manada o…
—No, no. Esto es sobre mí.