"Eleanor se quedó allí un momento, tratando de sacudirse esa extraña sensación que la había envuelto. La voz había despertado algo profundo en ella, una familiaridad que bailaba al borde de su conciencia. Miró a su alrededor, pero no veía a nadie... Fue entonces cuando vio a un hombre parado cerca del borde de las puertas, envuelto en la oscuridad. Entrecerró los ojos hacia la oscuridad, tratando de distinguir sus rasgos. A medida que la curiosidad la superaba, Eleanor dio un paso tentativo hacia adelante, mientras el hombre permanecía inmóvil y las sombras se aferraban a él, haciendo imposible que ella viera su rostro.
—¿Quién eres? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó titubeante, tratando de descifrar la identidad de este hombre desconocido.
—Disculpa si te asusté, Princesa. Vine aquí por mi Gatita.
—¿Tu Gatita? —preguntó confundida, su mente un revoltijo pues parecía estar fascinada por su voz.