(Desde la perspectiva de Azul)
—Iba a morir allí... —murmuré.
...
—Dijiste que llegarías a tiempo. Yo... Yo pensé que realmente moriría —dije mientras las lágrimas seguían cayendo—. No podía respirar...
—Quiero estar solo con mi esposa. Así que, fuera todos —dijo Demetrio, sin mirarles. Tenía su mirada fija en mí.
Todos se marcharon sin decir una palabra. Volvían la vista a mi regazo una y otra vez. ¿Qué había para ver? ¿Qué estaban mirando? ¿Mis manos temblorosas? ¿Qué esperaban? ¿Pensaban que estaba hecho de piedra o algo así, que no sentiría nada solo porque mantengo una imagen casi delante de todos?
—Casi muero...
...
—¿Por qué? ¿Por qué no dices nada? —grité, agarrándole del frente de su atuendo.
Agarró mi nuca y acercó mi rostro. Sin decir una palabra, comenzó a lamer la herida en mi mejilla izquierda.
Solo tardó unos minutos en que la herida se curara por completo. Retrocedió y agarró mis manos con ambas manos como intentando calmarme.