(Desde la perspectiva de Demetrio)
—¡Mierda! —maldecí en voz baja por irritación.
—¿Q-Qué pasa? —preguntó.
—La Madre se acerca. ¡Demonios! No puedo creerlo.
—Arreglémonos rápidamente. Yo también lo haré —dijo rápidamente e hizo que dejara de hacer la dichosa tarea que estábamos haciendo.
—¡Vaya, qué corte de rollo! —me lamenté—. ¿Por qué la Madre tenía que venir por aquí en este momento? Tal vez no pudiera olernos, pero claro, sería capaz de oler si lo hiciéramos. Había un ligero olor pecaminoso a nuestro alrededor. Pero decidí no decírselo a mi esposa ya que casi moriría de vergüenza.
—Po... podemos hacerlo más tarde —dijo mientras me palmeaba el brazo—. El gesto era demasiado tierno. Quería detenerla, no fuera a ser que me excitara de nuevo. Pero no podía hacerlo ya que estaba más que adicto a ver sus expresiones. Y además, lo h-hacemos todas las noches. Así que...