—¿Qué te parece mi sorpresa? Llegó antes de lo que esperabas, ¿verdad? —preguntó Stanley.
—Tu momento no podría haber sido más perfecto —respondió Steffan con una sonrisa agradecida.
—Hablas como si estuvieras a punto de ser sacrificado —otra voz que no era tan amigable como la de su hermano, sonó desde el umbral.
Se giró y vio a Killian entrar con una sonrisa maliciosa bailando en sus labios.
—¿Viniste? —Steffan solo pudo preguntar. Siempre había estado intimidado por el hermano mayor de Lauren. Siempre tenía este aura inaccesible y opresiva a su alrededor que siempre mantenía a uno en vilo.
—Vinimos juntos pero decidimos esperar hasta que la costa estuviera despejada —explicó Stanley.
—Gracias —le dijo Steffan a Killian.
—La única forma de agradecerme es prometiendo mantener a mi hermana fuera de tus asuntos sucios y novias locas. Esta es tu última oportunidad —Killian advirtió.