—¿Estás bien? —preguntó Shawn con una voz que podía convertir el más duro de los corazones en un charco.
Kathleen levantó los ojos y se ahogó en la ternura que desbordaban los suyos.
Parecía haber olvidado también su entorno mientras la profundidad de su alma se agitaba.
Se despertó de su trance cuando el flash de la cámara de alguna manera penetró en sus ojos y desde las esquinas de los mismos vio que la gente estaba tomando fotos de ellos.
—Ahora estoy bien, suéltame —dijo e intentó zafarse de sus brazos—. Se estaba avergonzando de las miradas extrañas que la gente les lanzaba.
—¿Estás segura? —Él podía decir que ella estaba avergonzada pero ¿qué era eso en comparación con lo que le habría sucedido si él no hubiera intervenido?
Kathleen estaba sin palabras, ¿hay algo malo en su vista? ¿Es que no ve que la gente los está mirando?
—He dicho que estoy bien, ¿es tan difícil de entender? —Kathleen reprochó a través de los dientes apretados.