—No me digas que estás sorprendido de verme, Francis —dijo Robert, caminando lentamente hacia ellos—. Sabes que no estoy muerto, así que ¿qué esperabas realmente? —preguntó. Cada vez que él daba un paso adelante, Francis retrocedía, temiendo lo que podría suceder si Robert estuviera realmente a un brazo de distancia con la pistola en sus manos.
—Robert, ¿qué estás haciendo? Podemos hablar de esto —intervino nuevamente Seraphina, queriendo encontrar una solución lo antes posible.
Ella sabía que Robert estaba allí por Francis, pero fue su mentira la que condujo a la muerte de su familia, algo que no había lamentado durante todos estos días. Pero después de ver a Robert regresar en busca de venganza, su corazón comenzó a arrepentirse de todo lo que había hecho. Solo sería por la gracia de Dios que seguiría viva después de ese día.