—¿No te suena que me engañaste, Adrain? —preguntó Erika—. Nunca me amaste porque por alguna razón te disgustaba, entonces, ¿por qué haces que parezca que yo fui la infiel?"
Las lágrimas se acumularon en el fondo de sus ojos, sus emociones la asaltaban, pero logró contenerse para no derrumbarse frente a él.
Adrain se quedó sin palabras, no había venido a enfadarla más de lo que ya estaba.
—Si realmente has venido aquí para intentar ganarte mi favor, te aconsejaría que lo olvides. No quiero volver a tener nada que ver contigo ni con tu familia —agregó antes de mirar hacia otro lado.
Adrain no estaba seguro si debía continuar con su persecución o no, pero después de un rato, se levantó y se fue. De repente lamentaba haberla dejado ir y el hecho de que ella se hubiera olvidado completamente de él dejó un vacío en su corazón.