La mirada de Oriana se alejó de sus ojos, pero esta vez fue para ver algo que había capturado su atención incluso antes, pero este príncipe no le dio la oportunidad de hacer nada más que pedirle que solo le prestara atención a él.
Arlan la observó mirar el broche que había colocado en la solapa de su abrigo.
—Es hermoso, ¿no es así? —preguntó.
Ella lo miró de nuevo, —¿Realmente te parece hermoso?
—Si no, entonces no lo estaría usando —comentó.
Estaba contenta de que realmente le gustara y que incluso lo usara esta noche.
Mientras se deslizaban en perfecta armonía, Arlan no pudo frenar el creciente impulso de remover el velo de Oriana, esa maldita tela fina que le impedía ver su belleza en su totalidad.
Oriana como una mujer, no llevando cualquier vestido sino un vestido creado para abrazar sus curvas perfectamente, mostrando su figura delgada.