Mi segundo día en este nuevo mundo era un viernes. Me levanté temprano, seguí mi antigua rutina diaria y se convirtió en costumbre. A las 6:30 a. m., ya estaba listo y me senté en la sala para ponerme al día con las noticias.
— Reese, ¿qué haces despierto a esta hora? Deberías estar roncando —dijo Lois, un tanto sorprendida.
— Hola, mamá. Buenos días —respondí mientras tomaba el último sorbo de mi café.
— Hoy iré temprano a la escuela, me llevaré la bicicleta —le dije a mi madre mientras tomaba mi mochila y me iba.
A las 7:30 a. m., todos los miembros de la familia estaban despiertos y peleando por el tocino. Lois, en la cabecera de la mesa, solo miraba al vacío en silencio mientras pensaba en los cambios que había experimentado su hijo, Reese. Antes, solía ser un problema, nunca se levantaba temprano o decía "buenos días". Era como si un nuevo Reese hubiera nacido desde aquel desmayo.
— ¿Qué pasa, querida? ¿Está todo bien? —preguntó Hal, algo preocupado.
— No es nada, solo me preocupa Reese. Cambió mucho en un solo día, es algo nuevo —dijo Lois, visiblemente preocupada.
— Seguro no es nada. Tal vez se ha interesado por alguna muchacha y quiere cambiar. A su edad, yo tenía a todas locas —dijo Hal, presumiendo su juventud.
Lois soltó una risa y continuó con su desayuno
.
Acababa de llegar a la escuela, aunque era temprano, quería familiarizarme con el lugar. Justo antes de entrar, alguien gritó mi nombre. Era un chico de mi edad, un poco más bajo que yo. Miré su rostro y logré recordar su nombre: era Héctor, y al parecer, trabajaba para mí.
— Reese, qué bueno verte —dijo Héctor.
— Mmm, ¿qué pasa, Héctor? —contesté.
— Los productos llegaron esta mañana. Los dejarán en el almacén esta tarde, por si quieres ir a verlos —dijo Héctor mientras sacaba una libreta y me la entregaba.
— De acuerdo, les echaré un vistazo esta tarde —dije mientras miraba la libreta. Tenía una lista de todos los productos que llegarían: radios, minipantallas, relojes, consolas, etc. Al ver la lista, me sorprendí. Resulta que Reese tenía un negocio y vendía productos de contrabando. Además, parecía tener una red de entrega, así como una red de proveedores esto era genial eh de admitir
Héctor siguió su camino, aparentemente tenía un lugar al que ir. Faltaban 20 minutos para la primera clase, que, según mi recuerdo, era de historia. "Bah, ese maestro me odia, estoy seguro," pensé.
Las clases resultaron ser aburridas, con momentos en los que dormí un poco y algún que otro regaño. Finalmente, llegó la hora del almuerzo, y decidí sentarme con Malcolm y sus amigos.
— Reese, ¿qué haces aquí? —preguntó Malcolm, confundido.
— Ehh, nada, solo vine a comer aquí —respondí mientras mordía mi pizza.
— ¿Y bien, cómo estuvo la tarea? —preguntó Stevie, un amigo de Malcolm. Tienes asma o algo parecido, ¿verdad? No lo sé muy bien.
— Fue un poco fácil para mi gusto —contestó Malcolm.
Dabney, un poco asustado, interrumpió la conversación.
— ¡Demonios! ¡Rompi mi reloj!
— Déjame verlo —dije mientras extendía la mano para tomarlo.
El cristal estaba completamente quebrado.
— Es un Nomos Tangente, un reloj de estilo Bauhaus. Se caracteriza por su simplicidad y elegancia. Tiene una caja de acero inoxidable de 35 mm, esfera blanca plateada con marcadores de hora tipo números arábigos y manecillas azules. Es un buen reloj. Puedo conseguirte uno de segunda mano, pero costará 500 dólares. ¿Qué dices? —pregunté mientras le entregaba el reloj a Dabney.
Malcolm cuestionó mi afirmación:
— ¿De dónde sacarás el reloj, Reese?
— No te preocupes, yo me las arreglo —contesté.
— Entonces, ¿qué dices? ¿Quieres que lo consiga? —pregunté a Dabney.
— Sí, claro. Te pagaré la próxima semana.
— No, la mitad primero y el resto una vez que tengas el reloj —contesté
Nota
Capitulo no completo mañana subo segunda parte