章 9: La Batalla del Regreso

El aire estaba cargado de tensión mientras los cuatro elegidos, acompañados por el Rey Aldric, se aventuraban de regreso al reino con el recién adquirido Grimorio Nicromante. El camino que se extendía ante ellos estaba cubierto por un manto de incertidumbre y peligro. Sin embargo, lo que no sabían era que un ejército de reyes orcos, ansiosos por conquistar Eldoria, se preparaba para interceptarlos.El sol se ponía en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos cálidos, cuando la avanzada de los cuatro elegidos avistó polvo en la distancia. La tierra temblaba bajo los cascos de una hueste de guerreros orcos liderada por reyes sedientos de poder. Kael, Sylas, Lyara y Draven intercambiaron miradas decididas mientras el Rey Aldric instó a su caballo a avanzar hacia el frente.La llanura se convirtió en un campo de batalla antes de que pudieran prepararse adecuadamente. El choque de las espadas resonaba en el aire, y el grito de guerra de los orcos anunciaba el inicio de una lucha encarnizada.I. El Embate InicialKael, blandiendo si Espada con destreza, se abalanzó hacia la vanguardia enemiga. Cada tajo y golpe era un destello de acero que defendía la integridad del reino. Los orcos, con sus hachas y mazas, eran formidables, pero el valiente guerrero no vacilaba ante la adversidad.Sylas, con su bastón mágico en mano, desató hechizos arcana en la retaguardia enemiga. Rayos de energía mágica iluminaban el campo de batalla mientras buscaban a los líderes orcos. Draven, el astuto ladrón, se movía entre las sombras, eliminando a los orcos que intentaban flanquear al grupo.

Lyara, la arquera experta, se posicionó en una elevación estratégica. Su arco resonaba con el sonido de las flechas que volaban hacia los orcos, perforando sus filas con precisión mortal. Pero la calma de la arquera fue interrumpida cuando un rey orco, con una corona adornada con huesos, emergió de la multitud.El Rey Aldric, armado con su espada real, se encontró cara a cara con el líder orco. Era un enfrentamiento de realeza y despotismo. Ambos monarcas chocaron en un duelo feroz, con espadas que brillaban bajo la luz de la luna.

La batalla se intensificó cuando los orcos desplegaron tácticas astutas. Gigantes aulladores y arqueros montados surgieron desde la retaguardia, desafiando la resistencia de los elegidos y su rey. Lyara, con agilidad felina, se sumergió en la melé, despejando el camino para sus compañeros.Draven, siempre listo para una artimaña, se infiltró en las líneas enemigas, buscando debilidades en la formación orca. Sin embargo, un chamán orco con un bastón imbuido de magia oscura hizo su aparición, desencadenando hechizos que desafiaban la lógica natural.

Sylas, el hechicero, enfrentó al chamán en un duelo mágico. Chispas de energía mágica iluminaban la noche mientras los dos lanzaban conjuros. Sylas invocó vientos helados para frenar la magia oscura del chamán, pero la resistencia orca era implacable.En el punto álgido de la batalla, cuando parecía que la esperanza pendía de un hilo, una resonante voz se alzó por encima del caos. El Grimorio Nicromante, colocado en un altar improvisado por Sylas, comenzó a emitir una luz tenue.La magia ancestral contenida en el grimorio se manifestó, creando un escudo mágico que envolvía a los cuatro elegidos y al Rey Aldric. La fuerza de la protección mágica sorprendió a los orcos, otorgando a los defensores un respiro y la oportunidad de contraatacar.

Inspirados por el resplandor mágico del grimorio, los elegidos y el rey avanzaron con renovada determinación. Kael, con su Espada imbuida de magia, se abrió paso hacia el líder orco, derribándolo con un golpe certero.Lyara, canalizando la energía del grimorio, desató una lluvia de flechas imbuidas de poder. Draven, aprovechando la distracción, lanzó dagas envenenadas que encontraron sus objetivos con precisión letal.

Después de la muerte del Rey orco, los que quedaba de su ejército, realizó una retirada, los elegidos no pudieron seguirlos debido a la intensa batalla y el agotamiento que sufrieron, esto le demostró que el Reino de Eldoria estaba bajo peligro latente.