Al principio, Noah pensó que su reciente abuso de las Herencias de Linaje le había hecho alucinar. Su mente se había beneficiado enormemente de esos cristales, y aún no se había acostumbrado a su nuevo tamaño.
Sin embargo, era casi imposible que su conciencia superior cayera presa de tales síntomas. Noah tenía una clara comprensión de lo que estaba sucediendo. Sus ojos no le mentían.
La gran Rata escribía más rápido cuando notaba la mirada de Noah sobre ella. Sus diminutos dedos trazaban líneas en la gran hoja que tenía en su poder, y sus ojos se movían rápidamente entre los miembros del grupo.
No hace falta decir que Noah se quedó sin palabras y confundido ante esa vista. Era la primera vez que veía tal comportamiento en una bestia mágica, especialmente porque podía sentir las intenciones de la Rata. Su mente débil no podía ocultarle nada.
—No tiene sentido dividirlos —concluyó Don antes de darse cuenta de que algo estaba mal.