La sala de estar estaba llena de nada más que silencio mientras Alicia lo observaba librar una intensa guerra dentro de sí mismo. Sabía... podía decir muy bien que lo estaba.
Podía sentir la ira y el odio girando a su alrededor incontrolablemente, llenando toda la habitación con algo tan pesado, oscuro y peligroso. Era tan fuerte e intenso que Alicia sintió que si él exudaba más de esta aura palpable, sería demasiado difícil para ella respirar.
—Tomó años... muchos años de... locura. —Esas palabras parecían haber sido arrancadas de él y sonaban como si cada vez le costara más decirlas. Entonces comenzó a vacilar, como si perdiera la guerra dentro de sí mismo.