"La decoración de arriba era aún más exquisita. Además de las obras de arte de los gatos, también había algunas pinturas abstractas alrededor, reflejando el gran gusto del dueño de la tienda en todos los lugares. También había un tobogán en medio de la segunda planta para que los gatos jugasen.
Después de que Sharon y los demás subieron arriba, el cachorro de abajo les siguió arriba. Un niño pequeño y gordo agarró el cuello del cachorro y quería llevarlo al tobogán para jugar.
El cachorro luchó durante un momento y gimió —miró a Sharon en busca de ayuda, con los ojos húmedos—. Luego, bajó la cabeza y fue obedientemente llevado por el niño.
Sharon caminó hacia el niño —vio al niño colocar al cachorro en la parte superior del tobogán, sus ojos llenos de emoción y anticipación—. Entonces, soltó al cachorro al instante y éste se deslizó por el tobogán.