—Presidente... Los abogados de Oceans Entertainment están afuera —dijo el asistente del Anciano Tang— mientras él estaba absorto en sus pensamientos en la sala de estudio—. ¿Quiere que yo...?
—Déjalos entrar —el Anciano Tang agitó su mano débilmente.
—Pero...
—Esto es karma —el Anciano Tang tosió un par de veces—. Si no hubiera malcriado a Sharla, quizás las cosas no se habrían salido de las manos como lo han hecho ahora.
—Obviamente sabía que Lila era inocente, pero no sé por qué, cuando vi a Sharla al borde del suicidio, supuse que Lila entendería mis acciones y lo soportaría como siempre lo hacía —balbuceó el Anciano Tang—. Resultó que ya la había lastimado bastante.
—Soy un abuelo horrible.
—Presidente... —su asistente trató inútilmente de consolarlo. Sin embargo, era consciente de que los Tangs habían ido demasiado lejos esta vez. Así que, ninguna palabra de consuelo logró salir de su boca.