—¿Quién fue ese atacante justo ahora? —tembló al formular su pregunta la grulla.
—Un humano —gruñó el tigre, con certeza en su voz.
—Traigan al maestro de la cítara de la raza humana. Quizás pueda usar la canción de reunión del alma para resucitar al viejo zorro —sugirió la grulla.
—Temo que la resurrección sea imposible. Cuerpo y alma están aniquilados, y la impresión del alma destrozada en nada. No queda nada que reunir, haciendo que la canción de reunión del alma sea inútil —lamentó una bestia santa.
—Solo uno diestro en el tiempo podría retrotraer a Nueve-Colas del pasado —propuso la grulla blanca tras una pausa sombría.
—Con la cultivación de Nueve-Colas, ¿quién estaría dispuesto a soportar la reacción del origen del universo para ayudar en tal resurrección? —preguntó el dragón con autoridad.
Mientras tanto, en la Residencia del Rey del Norte en la Tierra, había caído la noche.
Heather Sage y los dos niños se preparaban para retirarse por la noche.