La fuerza del hielo y la nieve fue fácilmente sometida, y el mismo espacio parecía ceder ante la proeza de Braydon Neal.
Con un solo golpe, tres cadáveres de osos de escarcha yacían en el suelo, un testimonio de su habilidad.
En un abrir y cerrar de ojos, Braydon desplegó sus doce alas, una muestra de su verdadero poder.
—¡Pupilas duales, actívense! —ordenó, ahora usando sus alas como armas.
No había necesidad de más aumentos; Braydon confiaba únicamente en su fuerza de combate innata para matar a los osos de escarcha, criaturas de un reino superior.
Mientras se movía con precisión y gracia, su linaje Foreman revelaba sus secretos.
Sus alas se transformaron en hojas afiladas como cuchillas, cortando sin esfuerzo a través de los osos de escarcha.
Su linaje le otorgaba el dominio de estas técnicas antiguas, evidente en los golpes rápidos y mortales que asestaba.
Con cada asesinato, la antes inmaculada túnica de Braydon se manchaba con la sangre de sus enemigos.