—¿Hmm? —exclamó Braydon Neal, sorprendido por la revelación.
Con su agudo intelecto, Braydon dedujo de las palabras del anciano que la figura en el trono no provenía de las ruinas ni del mundo exterior, sino del vasto espacio del cielo estrellado.
En el cosmos, seguramente existen innumerables formas de vida inteligente, eclipsando la importancia de la Tierra en el gran esquema de las cosas.
El anciano con chiva continuó:
—El señor ha dejado atrás una herencia, protegida por su alma remanente. Los criterios no son estrictos. Como un errante solitario en su apogeo, ascendió de la oscuridad a la grandeza, atravesando el vasto cosmos.
—Mientras hayas alcanzado el reino del refinamiento corporal y puedas amplificar tu proeza de combate 10,000 veces tu nivel actual, serás elegible para la herencia básica del Maestro —explicó el anciano con despreocupación.
La reacción de Braydon fue de desconcierto.
¿Realmente estas condiciones no eran exigentes?