Ayer me encontré con unos preciosos ojos azules. Hoy son unos preciosos ojos verdes. Rodeados de una adorable piel pecosa. Con unos abundantes pechos apoyados en mí. Seductores. Pero hay algo más. Algo está agarrando mi miembro. Estimulándolo.
–Pervertida– la acuso.
–¡No despertabas! ¡No he tenido otro remedio!– se excusa.
Pero su sonrisa traviesa la contradice. Y su lengua penetrando mi boca tampoco corrobora sus palabras. Claro que no me quejo. ¿Para qué perder el tiempo? Mejor agarro sus nalgas. Juego con su cabello. Combato contra su lengua.
No tarda en montarme. En deleitarme con la increíble escena de sus pechos botando. El sonido de sus gemidos. El tacto de su piel. De su interior frotando en mi miembro cuando me hace entrar y salir en ella. Parece desesperada mientras bota sobre mí. Mientras sus manos aprietan mi pecho. Mientras su interior se estremece y llega al orgasmo. Más relajada cuando cae sobre mí.
Le doy la vuelta. Con suavidad. Me pongo yo encima. Sin salir de ella. La miro.
–¿Preparada?
Ella asiente. Mientras la follo con suavidad. Mientras mi qi penetra en ella. Ayudando al suyo a abrir los meridianos. A llegar a la etapa nueve. Esta noche, lo intentaremos.
–¡¡Aaaahh!! Te estás aprovechando. ¡¡¡Aaaaaah!!!– me acusa.
Y tiene razón. Ella estaba dominando. He aprovechado que tenía que subir de nivel para tomar el control. Para ser yo quien la folle.
–¿Y quién se ha aprovechado de mí al despertar?– contrataco.
–¡Haber despertado antes! ¡¡¡HHHAAAAaaaaahhHH!!!
–Con que esas tenemos…– le digo con voz que quiere ser amenazante.
Ella no parece sentirse intimidada. Ni tampoco querer cambiar de posición. Deja que juegue con sus pechos. Arriba y abajo. A un lado y otro. Apretando sus pezones. Pellizcándolos. Recorriendo todo su volumen.
Ella juega con mis nalgas. A veces también las pellizca. Y con mi espalda. O mis pectorales. Incluso mis pezones. Entre risas cuando me quejo.
Luego la cojo de las piernas. Las levanto. Y las abro. Sus pechos, liberados, tiemblan sin restricciones. Eróticos. Hipnóticos. Su entrepierna no deja de gotear. De ser penetrada. De apretarme tras cada embestida. Como si no quisiera dejarme ir. Oprimiéndome cuando se corre. Haciéndome más difícil aguantar.
Finalmente me rindo y me dejo llevar. Siento la presión de las paredes de su vagina. Se frotan contra mi miembro. Lubricadas. Suaves. Llevándome poco a poco al clímax. Al mismo tiempo que la provoco. La lleno mientras toda ella tiembla. Mientras sus gemidos llenan la habitación. Mientras su espalda se encorva.
Luego me tumbo sobre ella. Siento la presión de sus pechos. Llego a sus labios. Los reclamo para mí. Sin resistencia. Me recibe con ardor. Sus brazos se cierran en mi espalda. Hasta que me hace girar sobre ella. Se pone encima. Sonríe victoriosa. Me besa. Mueve su pecho sugerente sobre mí. Frotándome. Hasta que se separa y me mira.
–Ahora, tenemos que hablar de cómo me vengo de Shi. Y como molestamos a las otras.
–Ja, ja, ja.
Shi es debidamente "castigada" por su "ofensa" de ayer. Tumbada contra la cama. Bocabajo. Con sus nalgas siendo palmeadas por Song. Con su vagina siendo penetrada por mí. Con sus gemidos ahogados por la almohada.
Liang bocarriba. Song alterna jugar con su clítoris y sus pezones. Liang gime. Y murmura alguna amenaza. Y, entre tanto, ha llegado a la etapa tres.
Yu sufre el mismo tratamiento que Liang. Y, como no puede haber preferencias, también Yi.
A Lang y Wan las tumbamos en la cama de lado. Yo penetrando desde atrás. Song en su espalda. Jugando con sus pechos. Mordiendo sus orejas. Ambas piden piedad. Ninguna la obtiene.
Luego Song me ayuda a vestirme. Del revés. Casi le da un ataque de risa. Hasta que, finalmente, decide ayudarme en serio. Luego me da un largo y húmedo beso. Mientras yo disfruto de la textura de su pecho y de su nalga. Y me quedo con las ganas de volver a follarla.
—————
La charla es en unas horas. Así que voy a copiar unas páginas. Una de la etapa dos y dos de las tres. No resulta difícil. Solo lleva un poco de tiempo. Y cierto desgaste de qi. Sería importante si estuviera en la tres de Génesis. En total, consigo 40000 puntos. Ya solo me quedan 36837 más para dejar de deberlos. Y unos pocos más para tener suficientes sacar manuales.
Aún queda un rato para que empiece la charla. Me paso por la cabaña de Fen Huan. No está. Ya volveré en otro momento. Ojeo la hoja de trabajo de los esclavos. Parece que hoy vendrá Pen.
Luego llego a la sala. Me siento en una de las gradas. De repente, me encuentro rodeado. Por dos preciosidades. Vestidas un tanto provocativas. Una con el pelo morado. La otra, verdoso. Sin duda, estaban escondidas. Esperándome.
No me miran. Pero sus manos llegan a mis piernas. Si quieren guerra la tendrán. Llevo cada mano al muslo de una de ellas. Acariciando hacia arriba. Con qi. Metiéndome por debajo de su mini falda. Que deja sus piernas expuestas. Hacia su ropa interior. Las dos llevan tanga.
Puedo ver las formas redondeadas de sus pechos. Sobre el top demasiado ajustado para ocultarlas. Su escote atrae mi mirada. Y cualquier otra que se las acerque. Sus pezones apretándose contra la ropa revelan que no llevan sujetador. Son extremadamente eróticas.
–¡Ah! Kong ¡No seas tan malo!– protesta Bei Liu.
–Nos van a ver…– murmura Bi Lang.
–No sé quien ha empezado…
Ahogan un gemido cuando mis dedos acarician su entrada más secreta. Aprietan las piernas. Me miran suplicantes. Está llegando gente. Así que aparto mis manos. Victorioso.
–Luego continuamos– las amenazo.
Me besan en la mejilla. Parece que no les importa mucho que los demás lo vean. Claro que no es lo mismo que les meta mano en público.
–Por cierto. Antes quería hablar un momento con Fen Huan. Pero no estaba. ¿Sabéis cuándo puedo encontrarla?– les pregunto.
–¿Y qué quieres de ella?– me pregunta suspicaz Liu.
–Hay algo que quiero decirle. Algo relacionado con su novio. O su ex.
–¿El qué?– pregunta Lang con curiosidad.
–Que os lo cuente ella si quiere– me niego a explicarlo.
–Nos tienes que dejar a medias…– se queja Liu.
–Luego me aseguro de no dejarte a medias– la provoco.
–¡Ah! ¡Para!– me exige en voz baja cuando le toco la pierna de nuevo, y Lang ríe.
Se va llenando. No somos muchos. Poco más de veinte. Hacía falta quince para la charla. Parece que se han apuntado algunos a última hora. Hay bastante sitio libre. Algunos nos miran. No es de extrañar. Ellas no pasan desapercibidas. Pero nadie se acerca demasiado. Así que vuelvo a acariciar sus piernas.
No dicen nada. De hecho, contratacan. Pero sin llegar más allá. Cuando Lang se acerca a mi entrepierna, yo subo por su pierna. Y la miro. Ella saca la lengua y se retira. Aunque no por falta de ganas. Solo que en público sería demasiado incluso para ellas.
Es agradable sentir su piel bajo mi mano. Y excitante sentir las suyas sobre mis ropas. Tengo que concentrarme para bajar una erección.
De repente, todos el mundo se calla. Ha llegado un maestro. No sé cuál es su nivel. Muy por encima del nuestro. Parece tener veintitantos. Pero a saber si tiene cientos. Empieza explicando sobre el reino del Génesis. Para mi sorpresa, ellas prestan atención. Creía que solo habían venido para echarme una mano. Y para "jugar".
…
–Como ya he explicado, cada nivel abre más y más meridianos. Pero no todos se abren igual. Cuanto más abiertos estén y menos impurezas hayan, más potencial tiene uno, más qi puede absorber. Por ello, deben abrirse con cuidado, intentando expandirlos al máximo. Después de abiertos, mejorarlo es posible, pero más difícil. Requiere más esfuerzos y recursos. Podéis consultar la calidad de cada meridiano en la pagoda Génesis– explica el maestro.
Vaya, nadie me había explicado eso. Aunque no sé como mejorar cuando abro los míos. O los de las chicas. Supongo que tendré que ir a ver. No es malo saber dónde estoy.
–Por supuesto, nunca podréis abrirlos a la perfección. Se necesitan recursos al alcance de pocos. Y tendréis impurezas. Por las píldoras. Por lo que coméis. Por lo que respiráis. Deberéis expulsarlas en el futuro. Se ve reflejado si consultáis la calidad. Recordad, no hagáis muchos esfuerzos en unos y pocos en otros. Si uno está por debajo, lastrará al resto al circular el qi.
Yo casi no he usado píldoras. No debería tener muchas impurezas por ellas. Supongo. Aunque la comida de esclavo es de mala calidad. Y el aire que muchas veces respiramos. Respiraba.
…
–En el reino del alma, el objetivo es comprimir el qi. Cuando conseguís comprimir todo el qi de vuestro mar de conciencia, podéis llenar vuestros meridianos de ese qi. Ese es el momento más delicado para alcanzar la siguiente etapa. A partir de ese momento, todo el qi que absorbáis estará directamente comprimido. Si os dejáis restos en los meridianos, vuestra etapa será menos sólida, de menor calidad, inferior. Y, aunque no es imposible, cuesta mucho limpiar lo que no se ha hecho al principio. En la pagoda Alma podéis comprobar la calidad de vuestra cultivación.
Parece que es fácil si se tiene suficiente qi comprimido. Supongo que a eso se refería el mensaje de la Residencia. En lugar de comprimirlo, puedo directamente cogerlo. Bien, iré con cuidado. Y que el "contenedor" se llama "mar de conciencia". Es mejor nombre.
…
–En la última etapa, cuando está suficientemente comprimido, el qi pasa a un estado que parece líquido. Cuando vuestros meridianos estén llenos de ese líquido, estaréis en el reino del Cuerpo. Prepararos bien para ese paso, es el más difícil y delicado. En el reino del Cuerpo, ese qi llenará cada rincón de vuestro cuerpo. Y podréis empezar a cultivar la verdadera forma de vuestras técnicas. Más detalles se os dará en su momento.
El reino del cuerpo aún está lejos. Por lo que ha dicho, diez años por etapa en alma es un buena velocidad. Cinco, extraordinaria. Menos, solo posible con encuentros fortuitos. Con extraordinaria suerte. Es diez veces menos en Génesis. Me pregunto si también podré acelerar tanto la velocidad.
…
–Además de cultivar el qi, se puede cultivar el cuerpo. No es imposible cultivar qi y cuerpo a la vez, pero se necesitan muchos recursos para cualquiera de ellos. Para los dos, pocos pueden permitírselo.
No había mención en el cuaderno. Ni tampoco avisos en contra. ¿Debería intentarlo?
–Los métodos más comunes para refinar el propio cuerpo son increíblemente dolorosos. Solo el primer paso es como tener miles de agujas clavándose en la piel. Se necesita una gran fortaleza de corazón para llevarlos a cabo. Una gran tolerancia al dolor. Muchos han empezado, pero muy pocos llegan hasta el final. Quizás uno de cada mil. Si bien los beneficios de ese camino son grandes, también lo son las dificultades– nos avisa.
Como esclavo, estoy acostumbrado al dolor. Pero eso no significa que pueda aguantar algo así. No niego que resulta intimidante. Quizás debería olvidarme de ello.
–Es cierto que existen otros métodos, pero los requisitos para llevarlos a cabo son enormes. Algunos necesitan de encontrar manantiales que solo existen en leyendas, y bañarse en ellos. O usar la sangre de seres que pueden mataros de un soplido, y casi imposibles de encontrar. Algunos pueden creer que es fácil usar métodos con yin y yang, pero incluso la facción de placer apenas puede lograr lo mínimo requerido para empezar. Para que os hagáis una idea, una pareja necesitaría al menos cien años para lograr tan solo el primer paso, teniendo sexo todos los días.
…
–Suena interesante– murmura Bei Lei.
–Aunque no lo consigamos, tener sexo todos los días…– sigue Bi Lang.
Noto su aliento en la oreja cuando lo dicen. Sensualmente. Aunque, la verdad, resulta tentador. Creo que al menos debería investigarlo. Con mi yang y el yin de las chicas, quizás podría lograr cultivar mi cuerpo al mismo tiempo que tengo sexo. Aunque sea poco, parece interesante.
Aprieto mis manos y añado algo de qi. Ellas se estremecen y se apartan de mí. Riendo en voz baja. Lang incluso me saca la lengua. Luego se la pasa por los labios, insinuante. Me está costando contener la estimulación. Me las van a pagar.
Es peor aún si miro en la Residencia. Todas desnudas. Menos Bronceada. Pero está sudando y con la ropa muy pegada a su cuerpo. Mejor no miro a Wan y Ning. Están hablando. Prefiero no saber de qué.
Rayitas es adorable cuando duerme. Y Terror juega siendo perseguida por Lang y Liang. Entre risas. Sus pechos botando sin parar. Mejor dejo de mirar.
Shi y las gemelas no son menos eróticas. Están peleando desnudas. Con espadas y dagas de madera. Quizás sería interesante que Rui entrenara con ellas.
Song mira desde lejos. Parece intranquila. Supongo que está nerviosa por lo que tenemos que hacer luego. Pero pronto no tiene tiempo de pensar en nada más. Terror se esconde entre sus piernas. Y Liang se tira sobre Song.
No ha sido un accidente. Es su forma de animarla. Aunque no la oigo, seguro que Song está maldiciéndola. Liang se ríe. Y Lang un poco más atrás, también. Terror las mira. Probablemente sin entender nada.
Por otra parte, el maestro ha estado hablando de las armas. De la afinidad de cada uno. Luego ha introducido diferentes profesiones. Si bien son interesantes, no me veo capaz de aprender ninguna. Al menos de momento. Es una suerte tener a Wan. No sé si alguna de las chicas estará interesada en formaciones, talismanes, crear armas o sus runas, armaduras u otras ropas mágicas…
Ya lo hablaremos en el futuro, si hay oportunidades.
Cuando acaba la charla, me atacan. Y se alejan antes de que pueda reaccionar. Se ríen. Así que esas tienen… Cuando me levanto, se acercan. No puedo hacerles nada a la vista de todos. Ellas lo saben. Sonríen satisfechas. Fanfarronas. Traviesas. Suspiro.
–Salgamos por aquí, es más rápido– sugiero.
Hay algo de gente concentrada en la entrada principal. Hablando. Algunos nos han mirado. No sé si buscan problemas. Ni quiero saberlo. Ellas me siguen, confiadas.
Conozco el lugar. He limpiado varias veces aquí. Las guío por un pasadizo estrecho. Hay una zona un poco más ancha entre medio. Si te metes, está algo escondido. No se te ve desde el pasillo.
Por sorpresa, cojo a Bei Liu. La empujo contra la pared. De espaldas a mí. Con firmeza. Con suavidad. Mi mano levanta su falda y juega con su nalga. La otra mano agarra su cabello. Mis labios atacan su cuello. Mi cuerpo la aprieta contra la pared.
–¡Kong! ¡¿Qué haces?! ¡Estamos en un sitio público! ¡Ah!– protesta.
–Cierto. Mejor que no hagas ruido.
Le bajo el tanga con la mano. Mis dedos buscan su abertura. ¿Ya está mojada? Le separo un poco las piernas. Acerco mi miembro. Empieza a restregarlo en su entrepierna. Amenazante.
–¡Mmmm! Espera… No…– sigue protestando, cada vez con menos convicción.
–¿Quieres que pare?– le pregunto. Amago con dejarla.
–No… Pero no cuenta…
–No voy a negociar. ¿Me voy o sigo?– le doy un ultimátum.
–Kong, malo… Métemela… No me hagas esperar más– casi suplica –¡¡MMMMMMmmm!!
La penetro hasta el fondo de golpe. Mi mano en su boca. Amordazándola. Se estremece. Casi salgo de ella y vuelvo a entrar hasta el fondo. Empujándola contra la pared. Su espalda ligeramente curvada hacia atrás. Como su cabeza.
Miro de reojo a Bi Lang. No nos quita ojo. Su tanga a la altura de sus rodillas. Apoyada contra la pared. Masturbándose. Mordiéndose el labio inferior. Muy pervertida. Muy erótica.
Sigo empujándola contra la pared desde atrás. Penetrándola. Una mano coge su cabello morado. Por la cola. La otra aprieta su boca. Llena de saliva. Está totalmente a mi merced. Vuelvo a penetrarla hasta el fondo. Empujándola hacia la pared y hacia arriba. Haciéndola ponerse de puntillas. Toda ella tiembla.
–¡¡¡MMMMMMMMMMMMMMmmmmmm!!!
Me quedo dentro de ella unos segundos. Quieto. Luego vuelvo a entrar y salir. Un poco más rápido.
–¡¡MMMMmmm!! ¡Kong! ¡¡MMMMMMmmmmmMMM!!
Aplasto su precioso culo en cada embestida. Disfruto de su interior. De penetrarla casi salvajemente. De dominarla. De "castigarla" por portarse mal antes. Aunque no creo que el "castigo" tenga mucho efecto. De hecho, puede que el contrario.
Se medio desploma cuando salgo de ella. Después de llenarla. De llevarla a un fuerte orgasmo.
–¡Aaah! Malo…– me reprocha.
Pero el tono de su voz no es de reproche. Ni su mirada.
Me voy hacia Bi Lang. Me está esperando. Sus ojos llenos de deseo. Totalmente mojada. Su top alzado, mostrando sus pechos. Acariciándoselos. La empujo con mi cuerpo contra la pared. Cara a mí. Mientras las beso. Le saco el tanga. Lo guardo. Junto al de su amiga. Separo sus piernas. La penetro. Mientras tengo sellados sus labios con los míos.
La empujo una y otra vez contra la pared. Sus pechos apretados contra mí. Sus piernas, alzadas y enroscadas sobre mis nalgas. Las suyas contra la pared. Sus manos en mi pelo y mi espalda. Una de las mías en su nalga. La otra en su mejilla. Su cuello. Su pelo.
Sus piernas y manos se mueve apasionadas. Su lengua, traviesa. Sus piernas, atrapándome. Como su vagina. De la que entro y salgo sin cesar.
Separo un momento mis labios. La miro. Sus ojos me devuelven la mirada. Sin pestañear. Su boca entreabierta. Con saliva colgando. Con su lengua esperándome. Jadeando. Seductora.
Vuelvo a besarla. Sigo penetrándola. Disfrutando de su interior. De su suave piel. De su suave pelo. De su húmeda lengua. De tener el control. De hacerla correrse una y otra vez. De llenarla de mí.
–Abusón…– me regaña Bei Liu.
Le sonrío. Me agacho junto a ella. La beso. Me lo devuelve con pasión.
–No haber empezado.
–¿Y perderme este sexo? ¡Ni hablar!– ríe Liu.
Lang se ha recuperado y me exige también un beso. Nos besamos los tres. De pie. Con nuestras ropas un tanto expuestas. Con sus culos sobados por mis manos. Y el mío por las suyas.
Tardamos un rato en irnos. Saco los tangas para devolvérselos.
–Quédatelos– ríe Bai Lang.
La dos ríen y salen corriendo. Se paran un momento. Me miran. Se levantan la falda. Me muestran su entrepierna. Su vello púbico. Totalmente expuesto. Se dan la vuelta y vuelven a levantársela. Mostrándome sus culos redondeados y sensuales. Se vuelven a reír. Y se van corriendo. Sin ropa interior. Son unas exhibicionistas. Y saben como provocarme.
Borro la sonrisa de mi rostro. Debo parece normal. En serio. Me dejo llevar. Aunque no negaré que me gustan tal y como son.
—————
Nadie se fija en mí cuando salgo del pasillo. Me voy hacia el pabellón de Génesis. Es grande. Hay muchos discípulos en ese nivel. Pero ahora no hay mucha gente. Mejor. Me voy a un altar un poco apartado. Pongo ambas manos y circulo el qi. Para activar la formación.Y me quedo un rato mirando el resultado. Sin saber muy bien qué pensar.
Hay una línea por meridiano en el altar. Brillan al pasar el qi. Cuanto más claro, más pura es la circulación. Si es negro, significa que no está abierto.
Por lo que nos ha dicho el maestro, lo habitual son tonos de grises. Si es tan claro como platino, es excepcional. Gris perla, aceptable. Menos, un tanto bajo.
Uno de mis meridianos es un poco más oscuro que gris perla. No es excesivamente malo. Pero todos los demás son totalmente blancos. Se supone que es casi imposible. Solo a niveles muy altos dedican grandes esfuerzos para mejorarlos. ¿Cómo es posible?
Lo malo es que ese meridiano lastra la circulación del qi. Aunque la absorción tendría que ser excepcional. No sé como compararla con otros. Mejor que nadie lo sepa. Me espero a que se apaguen las líneas. Y me quedo un rato mirando hacia dentro. A mis meridianos. Comprobándolos. Comparándolos. Siempre me había parecido normal cómo el qi circulaba. Parece que no lo es.
Encuentro el que es un poco inferior al resto. Es el primero que abrí. El único que no abrí directamente. Con sexo. Con ese usé una píldora. Un trozo de ella. Aún no tenía la Residencia a mi disposición.
–Ja, ja, míralo. Que cara pone. Es el esclavo– se burla una voz.
–Debe de estar avergonzado de la calidad de sus meridianos. Ja, ja– se ríe otro.
Supongo que es mejor irse. No gano nada enfrentándome a ellos. Hay un par de mi nivel. Uno una etapa superior. Y otros tres aún en Génesis. El típico grupito que le gusta creerse superior.
Me voy sin mirarlos. Y esforzándome en no bajar la cabeza. Lo hago por reflejo. Como esclavo, no podía hacer otra cosa. Aún se burlan cuando me ven irse. Solo son palabras. Y tengo otras cosas en la cabeza. Así que me vuelvo a la cabaña.
Me miran y gritan. Pero no me siguen. Supongo que tienen cosas que hacer allí. Y si me acosaran en la pagoda, podrían tener problemas. Espero que no vaya más allá. Aunque me preocupa que algunos me tengan en el punto de mira. Por haber sido esclavo.
—————
–Ponte contra la mesa. Te quiero mojada. Quiero probar algo– le ordeno a Rui.
–Sí amo.
Obedece. Se cuerpo apoyado a la mesa. Su culo levantado hacia mí. Su mano masturbándose. Yo miro un poco más mi meridiano. Luego a ella. No deja de ser una vista de los más sugerente. Sin pretenderlo, crece una erección. Me acerco y la penetro desde atrás.
–¡Aaah! ¡Amo!
Me muevo despacio en ella. Concentrado en sus meridianos. Es como pensaba. Los que he abierto con ella son más puros. El qi circula mejor. Como los míos. Los otros, unos mejores y otros peores.
Absorbo su qi y lo empujo contra mi meridiano "malo". Ejecutando el control que tengo sobre el cuerpo en este. Es más difícil. Pero creo que es efectivo. Que mejora. ¿O me lo imagino? Será mejor ir probando. Pero primero, quiero probar con el suyo. Elijo el que está peor.
–Voy a empujar qi en un meridiano. Como cuando los abrimos. Colabora cuando lo sientas.
–¡Ah! ¡Sí, amo!
El resultado es más aparente. Algunas impurezas son empujadas fuera del meridiano. Hacia la sangre. Que debería expulsarlas. Si lo he entendido bien. También el meridiano parece abrirse un poco más. Aunque no sé si es una impresión. O si es permanente. ¿Cómo podría comprobarlo?
Quizás con las gemelas. Ellas son estudiantes. Luego lo hablamos. Por ahora, tengo que acabar de follar a Rui. Así que empiezo a aumentar el ritmo. La agarro de sus caderas.
Puedo ver como entro y salgo ella. Como su culo tiembla en cada embestida. Su pelo azul mojado por el sudor. Sus manos estiradas hacia adelante. Sobre la mesa. Rendida. Sometida. Gimiendo sin parar.
–¡¡Aaah!! ¡¡Aah!! ¡Amoo! ¡¡Aahhh!! ¡Amo! ¡¡AAAaaaaah!!
La dejo sobre la cama, jadeando. Tras haberla llenado. Haberla llevado al límite. Descansando. Llamo a Ning. Se me queda mirando. Alternando entre mis ojos y mi entrepierna. Expectante. Esperando mis órdenes.
–Estoy pensando en prostituirte. En el prostíbulo de la zona intermedia. ¿Qué opinas?– le pregunto. ¿Quizás soy un poco brusco?
–¿Tener sexo en lugar de entrenar? ¿¡De verdad!?– pregunta.
Parece incluso ilusionada. Creo que he subestimado su nivel de perversión.
–Sí. Aunque no todos los días. Y hay que hacer algunas preparaciones.
–¿¡Qué tengo que hacer!?
No parece molestarte. Todo lo contrario.
–No pueden reconocerte. Habría que cambiarte un poco la cara. Y el pelo. Quizás el cuerpo. Como estaba haciendo con Rong. No dolerá, pero llevará algunos días– le explico.
–¡Ah! Entonces… ¿Puede ser la nariz un poco más pequeña? ¿Por aquí? ¿Y los pómulos un poco más pronunciados? ¿Y un poco menos de barbilla? ¿Quizás las orejas…? ¿Y…?
Parece que tiene unas cuantas sugerencias. Iremos con ellas. Me está bien hacerlo como ella quiere.
–¿Y el cuerpo?– le pregunto.
–Como Amo quiera. Si le gustan pechos más grandes, hazlos. O el culo. Ah, mejor quitarme algunas pecas. O cámbialas. Sobre todo esta– dice señalando el brazo.
Cierto. Mejor no dejar señales visibles que la puedan delatar. Parece bastante animada. Incluso me pregunta un par de veces cuánto tiempo hará falta. Por ahora, no lo sé. Habrá que ver como van los cambios. Al menos le dejaré que los elija.
Empiezo con un poco de cada de lo que me ha pedido. Con la orden de que me vaya diciendo cada día qué quiere. Y con la orden de pasar qi por la cara. Cuando acabo, la sigo follando. Sobre la mesa. Viéndole la cara que tengo que retocar. Hasta llegar al orgasmo. Pero no al límite. Primero tenemos que hablar con Rong.
También compruebo sus meridianos. Le pasa igual que a Rui. Los que ha abierto conmigo parecen más puros. Más limpios. El qi fluye mejor.
–Explícanos como funciona el prostíbulo al que ibas– le ordeno.
Me mira extrañada. Pero no tarda en hablar. Supongo que asustada de que me enfade.
Por lo que explica, normalmente no hay problemas. Se puede ir y coger una habitación libre. Pero es más seguro reservarla. Y anunciar que vas a estar. Para posibles clientes. Las novedades suelen atraer interés.
Los precios son fijos por nivel de cultivación. Pero se pueden subir. La encargada suele dar una orientación. Una vez ve desnuda a la candidata. También hay servicios extras. Como anal. Ning escucha con mucho interés. Los ojos dirían que le brillan.
Creo que lo mejor será esperar a que suba a la etapa nueve. Podría cobrar 100.000 puntos por hora. Aunque el prostíbulo se queda un 20%. Así que serían 80.000. O el equivalente en oro. Mucho más de lo que gano copiando.
También hay prostitutos. Sería interesante si pudiera elegir a las clientes. Para cogerles el qi que necesito. Pero no es así. Y prefiero no meterme en problemas innecesarios.
Rong se ha portado bien. Así que las últimas pruebas las hago con la crema anestesiante. Después la follo por puro placer. Descargando en ella después de llevarla al orgasmo. Sus pechos van creciendo poco a poco. Pero ya es apreciable. Igual que su culo. ¿Hasta dónde debería llegar?
Devuelvo a Ning y Rong. Rui me estaba mirando. Sin atreverse a preguntar.
–Prefiero que entrenes. Confío que me seas útil si hay problemas. Y te quiero solo para mí– declaro.
–¡Sí, Amo!
Hubiera obedecido si se lo hubiera ordenado. Pero parece contenta de que no sea así. De hecho, noto que su lealtad ha subido ligeramente. ¿Será porque he dicho que es solo para mí?
–Límpiame.
–¡Sí, Amo!– vuelve a responder con entusiasmo.
Cada vez es mejor. Y me conoce mejor. Siento su lengua recorriendo las zonas más sensibles. Recreándose en ellas. Tentándome. Me acabo corriendo en su boca. Y ella lo saborea. No creo que sea tan delicioso. No pienso comprobarlo.