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Por supuesto, probablemente la gente no lo creería si él lo dijera en voz alta.
Ethan Smith yacía en cama, esperando en silencio a que Tyler Wright se fuera.
Sin embargo, había una inquietud persistente en su corazón.
Tyler Wright, ese bastardo, había acosado frecuentemente al Maestro del Pabellón, recurriendo a medios despreciables y desencadenando un implacable aluvión de vulgaridades.
Si no hubiera sido por sus dos compañeros Santos marciales, Ethan Smith ya lo habría golpeado hasta convertirlo en pulpa.
—Tu arrogancia no durará mucho más... —Ethan Smith no pudo evitar apretar sus puños.
Violet Russell, que estaba de pie cerca, sintió el espíritu asesino emanando de Ethan Smith y se apresuró a preguntar:
—¿Qué pasa? ¿En qué estás fantaseando ahora?
Ethan Smith echó un vistazo a Violet Russell y respondió en broma:
—Recuerdo la primera vez que te conocí, parecías bastante lujurioso. ¿Has cambiado ahora?