—Solo quiero hacerte saber antes de empezar a explicar la verdad, que has sido la mejor esposa para mí. Todo lo que sucedió en el pasado, es completamente mi culpa. —Habló tan suavemente, su tono temblaba un poco—. El dolor y el arrepentimiento golpearon sus exquisitos ojos azules. Ver sus ojos brillar con lágrimas rompió mi suave y frágil corazón en un millón de pedazos.
Sus brillantes ojos nunca se apartaron de los míos por temor a que yo desapareciera de su vista si se atrevía a mirar hacia otro lado por un segundo. Sus cálidos dedos se deslizaron por mis brazos y me sostuvieron en caso de que intentara huir. Cerré los ojos por un momento y reuní suficiente valor para enfrentar todo lo que tiene que decir sabiendo que cuando esta noche termine, nuestras vidas no volverán a ser las mismas.