Tres de la tarde llegó. Un suave golpe en la puerta se escuchó. Debe ser Elisa. Emocionada, me levanté de la cama apresuradamente y caminé hacia la puerta y la abrí de golpe. Elisah estaba en la entrada, sus ojos brillaban de alegría. Tenía su gran maleta detrás de ella
Mi estado de ánimo se aclaró al verla.
—Por favor, entra, Lis. —Abrí la puerta más ancha—. Murmuró «gracias» antes de entrar.
Entró por la puerta con facilidad mientras llevaba su gran maleta adentro. La seguí con la mirada hasta que se detuvo al pie de la cama antes de cerrar la puerta.
Noté que todavía llevaba su uniforme escolar, unas elegantes mangas largas ajustadas y una falda de lápiz negro, la prenda se pegaba perfectamente a su delgado cuerpo. Se ató el cabello en una cola de caballo con un lazo rosa.