Pasos audibles cruzaban la sala de estar mientras yo hojeaba con atención algunas revistas. El molesto sonido fue suficiente para sacarme de mi concentración y levantar mi mirada justo a tiempo para ver a Elisa entrar por la puerta con su cara iluminada con una sonrisa. Noté que también había lágrimas en las esquinas de sus ojos.
Alejandro se ofreció voluntariamente para cuidar de Faith un momento. Me dijo que me sentara y me relajara un rato, lo que hacía en ese momento. Luego se dirigió hacia el jardín con mi hija en el cochecito para tomar un sutil respiro de aire fresco.
Mi rostro se iluminó al ver a Elisa. La revista ya no me interesaba y la puse encima de la pila de otras revistas que había estado hojeando hace unos momentos, esperando impaciente a que ella llegara a mi lado.