Iris pudo sentir que su rostro se había puesto rojo cuando Caña mencionó lo sucedido anoche. No lo recordaba… al principio. Pero luego, algunos destellos de lo sucedido llegaron a su mente para recordarle su acción.
¡Lo besó!
Iris incluso recordó lo que dijo cuando lo besó frente a muchas personas, pero estaba demasiado avergonzada para admitirlo.
—¿Seguro que no lo recuerdas? —A Caña parecía divertirle su evidente mentira.
—Sí, estoy segura… —Iris se mordió el labio, sintiéndose culpable porque mintió. Pensaba que Caña insistiría en el asunto, pero lo soltó fácilmente.
—Está bien —Él asintió y luego le entregó la taza de té que tenía en su mano, mientras tomaba el vaso de ella—. Toma esto. Pediremos nuestro desayuno.
Caña se levantó y fue a la mesa, donde había dos bandejas de desayuno, luego agarró el lagarto, que dormía encima de la mesa y usó la criatura para encender la chimenea, donde lanzó toda la comida a la llama.