Caña podía ver el miedo y la confusión que centelleaban en sus ojos azules y esto disparó una alarma en su mente, especialmente cuando Iris no reaccionó de la misma manera que solía hacer cuando él tocaba su lóbulo de la oreja.
—¿Caña? —Iris le preguntó—. ¿Qué pasó? ¿Estás bien?
Caña gruñó peligrosamente cuando vio que Iris levantaba la mano para tocar su cara. Dio un paso atrás y la dejó ir, mientras la miraba fijamente.
—¿Quién eres tú? —Caña entrecerró los ojos.
Iris jadeó, frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir? Soy yo. ¿Acaso olvidaste a tu propia compañera? —Iris se acercó a Caña, pero él apartó la mano cuando ella intentó alcanzarlo—. ¿Caña? ¿Por qué estás reaccionando de manera extraña? Soy yo, Iris.
Caña se quedó en su lugar. Sus ojos oscuros se volvieron un poco más oscuros, mientras miraba intensamente a la mujer que tenía delante. ¿Había cometido un error? ¿Ella era realmente ella? ¿Tal vez estaba demasiado cansado, por eso se había vuelto un poco irracional?